Hay personas convencidas de que amar implica sufrimiento, pérdida de libertad e identidad. Como para ellos amar es un desastre, cuando se sienten enamorados reaccionan con indiferencia o agresividad contra la persona amada.
Su conflicto interno se evidencia en contradicciones, cambios frecuentes de parecer, rechazo por demostraciones de afecto y miedo al compromiso matrimonial; A muchos les da la vergüenza cuando se desinhiben o expresan su afecto con regalos.
Otras personas podrían tener en su mente que nacieron para sufrir, que Dios castiga y que es pecado ser ricos, exitosos o famosos. Por eso jamás aspiran a nada grande, son conformistas y soportan casi con masoquismo el maltrato psicológico o físico.
También pueden ser tacaños, vivir quejándose de la pobreza, sentir envidia por los que progresan y rechazar oportunidades de tener mejores cosas o estar mejor porque creen que eso no está bien y les genera sentimiento de culpabilidad.
La verdad es que todos tenemos derecho a ser felices, merecemos ser felices por el simple hecho de existir y queremos progresar, amar y ser amados, trabajar, descansar y ser felices.
Si Usted siente miedo a ser feliz, pregúntese: ¿cuál es el PELIGRO REAL de disfrutar plenamente lo que la vida le ofrece y que quizás Usted ha conseguido con tanto esfuerzo? ¿Qué gana y qué pierde si lo disfruta?